Por Eliper F&E
Julio de 2010
Una de las firmas de la actual sociedad es la apariencia medida a través del engaño, el camuflaje y la mentira. Las personas
parecen haber perdido credibilidad y ya no es suficiente con la palabra, como sucedía
hace solo unas décadas. El carnicero modifica la báscula a su favor, el asesino
se ampara en la necesidad de comer para matar a su víctima, la pareja se escuda
en la soledad y el error para engañar a su consorte y el gobierno pretende
justificar el alza de los impuestos en la certeza de un futuro promisorio,
incluyente y de progreso. Esto es parte, solo una pequeña parte de nuestra
sociedad latinoamericana que aun no encuentra el rumbo, quizás porque nunca lo ha
tenido, ni ha sabido forjarlo sobre bases solidas. El pasarse en rojo el semáforo,
hacer chancuco en la evaluación, tirar la piedra y esconder la mano, violar la
ley incluso antes de que sea promulgada y salir ante los medios de comunicación
a explicar dicho comportamiento, pretendiendo que sea justo y ecuánime ante una
sociedad que no conoce la justicia, la equidad, la verdad ni la virtud, es la
constante. Todo esto sucede en medio de la ignorancia, el “importaculismo” y el miedo que no deja inocente a nadie, pues se
peca por acción pero también por omisión.
Hoy quiero hacer referencia, precisamente, a esta última condición: La
Virtud, pero con “V” mayúscula, para evitar confusiones o que un abogado
demuestre que la virtud es una enfermedad que se deba extirpar y termine condenándome
al olvido.
El hombre VIRTUOSO es sencillamente aquel que tiene y vive la Virtud, es decir,
que es Culto y, por ende, Cultivado. ¡Sí señor!, Cultivado, así de simple. ¿Cómo
es un campo cultivado? Un campo cultivado es un campo lleno de vida, de
alimento, de miel, de pan; generoso y esplendido; como el sol cuando sale cada
mañana, que no se detiene a pensar en aquellos que iluminará y en aquellos que
no iluminará. Un hombre Cultivado es aquel que es Culto, y no estoy hablando de música clásica o de que tenga en
su cabeza almacenada la Enciclopedia Británica; no. Un hombre Virtuoso es aquel
que vive en lo que los Griegos llamaban La Areté, eso que hasta el sol de hoy,
nuestra sociedad no ha comprendido a cabalidad y menos podrá vivirlo y
expresarlo en un futuro inmediato. La Areté, como concepto arquetípico, no
cambia con el paso de los años y, por tanto, sigue siendo válido desde aquellos
tiempos en los que se expresaba mediante el Honor. Esto equivale a decir que Un hombre Virtuoso es aquel que ha sido
Cultivado en el Honor, y, nótese que destaco en mayúscula tres letras
para señalar la importancia de tales vocablos.
Por su parte, La Areté en la mujer correspondía, así mismo, a otro concepto
arquetípico que ha sido ampliamente velado, trastocado y mancillado hasta la
saciedad en nuestros tiempos. La Areté femenina equivalía a la Belleza, y nuevamente
es necesario destacarla en mayúscula porque, ciertamente no estoy hablando de
las medidas de sesenta, noventa, sesenta, ni estoy hablando de pechos talla
cuarenta o de botox. Bástese con mirar un cuadro de Rubens, una catedral gótica,
un atardecer soleado, un ave revoloteando o un niño jugando, para admirar la Belleza femenina en todo su
esplendor. La Belleza, como concepto arquetípico, se lleva por dentro, aun
cuando puede coincidir con su expresión externa y, de hecho, casi siempre
coincide, pues la mujer Bella se siente realizada, feliz, querida y reconocida;
sencillamente, se siente incluida en el medio en donde se desenvuelve, pues la condición
primordial que la identifica es la de ser transmisora y cuidadora de la vida en
todas sus manifestaciones. La mujer Bella ama la vida y es amada por la vida.
Pues bien, expuestas la condición de la sociedad actual y el estado de La
Areté tanto en el hombre como en la mujer, resta solo esperar que un buen día
todos alcancemos todos y todas nuestra mayor identidad: El de ser Virtuosos y
Virtuosas en el sentido exacto de la palabra; que cada negociante, carnicero,
pareja o gobierno exprese su grandeza a través de la Virtud, lo cual haría desaparecer
al asesino en todas sus manifestaciones, porque una cosa es cierta: Así como
vamos, no vamos bien. ¡Ça y est!
PD: Este post esta dedicado Izabay Alvear, un ser de luz que descubrió que podía brillar por si sola, que esta dispuesta a ayudar y trabajar en el Gran Plan, que trata cada día de hacer Su labor con el coraje y la tenacidad para alcanzar la meta que cada dia se aclara mas. Una mujer Bella, un ser de la Otra Orilla.